Al auténtico diablo que no es diablo

En esta fiesta popular el diablo no es un personaje aterrador, encarnación del mal, portador de todas las desdichas. Es un protector del Divino Niño Dios y un personaje destacado de las fiestas para adorarlo.
En el Pase del Niño Rey de Reyes una gran cantidad de fieles optan por disfrazarse de diablo sonajero, un poco por el traje que luce, otro tanto por la gracia del baile y también por el sabor extraño que provoca asumir la personalidad de un personaje que impacta.
El hecho esta procesión religiosa, mezclada con fiesta popular – lo que algunos llaman la expresión de la religiosidad popular- es en la única del Ecuador en donde aparece este personaje.
Pero, ¿qué hace el diablo, la encarnación del mal, adorando a Dios niño que, en buenas cuentas, es su enemigo mortal? La investigadora Karina Brito tiene en sus apuntes lo siguiente: “Si lo ves desde el punto de vista español y mestizo sí hay contradicción, pero en cambio en nuestras fiestas dentro de la cosmovisión andina no hay esta contradicción porque nuestro diablo es el que está más pegado a los fenómenos naturales, que afectan a la cosecha, que matan a los animales, que la erupción, que el rayo, que el temblor, que la helada, que el río que se desbordó. Es visto más que como un personaje maligno, una deidad a la que hay que respetar para que no pasen estas cosas”.

 

 

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Diablo sonajero con sus movimientos particulares

El informe preparado por la comisión ciudadana que sirvió de base para la declaratoria, por parte del Gobierno Autónomo Descentralizado, de patrimonio cultural inmaterial, anota lo siguiente: “Durante la Conquista Española en el siglo XVI, el diablo se dio a aparecerse a las multitudes de indígenas en la forma del Inca Atahualpa, dando las órdenes de resistencia contra los blancos, en general, y contra las predicaciones de los Misioneros, ilusionándoles con promesas de bellos y prontos sucesos.

 

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Los particitantes deben bailar siete años seguidos para conseguir los favores

“Es así que el personaje del diablo surge como una expresión de rebeldía, puesto que con la llegada de los españoles se impuso la imagen de Dios como la representación del bien; fue así que la servidumbre empezó a disfrazarse de diablo como una manera de identificarse con este personaje malévolo; a través de estos bailes se generó una manera de celebrar y al mismo tiempo protestar por la represión de la que eran objeto. Desde 1800 se ha visto indígenas vestidos de diablos, en procesiones y bailes, acompañados de Sacha Runas”.
Eso se refleja en los simbolismos como la forma de la careta: “El diablo es mestizo, es español. Por eso tú vez la máscara, la nariz es muy perfilada, muy aguileña, no es como nuestra nariz ancha, tiene bigotes, nuestros indígenas no pueden tener bigote y el cacho (cuerno) es español”.
Este personaje de rostro rojo es llamado de varias maneras: diablos de lata de Santa Rosa, en razón del barrio riobambeño en el que se supone que se originó; diablos de Yaruquíes, para hacer referencia a un pequeño pueblo, muy cercano de Riobamba, donde se elaboran las máscaras de lata; diablos de máscara de lata, simplemente; o, diablos sonajeros, para nombrar un rudimentario instrumento musical que lleva en su mano derecha y que hace sonar al ritmo de la música que baila, una sonaja (su sonido particular se puede escuchar aquí).

Entre los participantes en el Pase del Niño, el diablo sonajero y el payaso son los personajes mestizos, que hacen un contrapeso a los indígenas: danzante, sacha runa y ciriquingue, y que son un resumen de la diversidad cultural y la abundancia de la identidad local y nacional.Diario El Telégrafo publicó en enero de 2017 un artículo sobre un encuentro de personajes relacionados con el diablo en las fiestas populares del Ecuador. Participó Víctor Herrara, como representante de los diablos sonajeros y abundó en la entrevista que “Los curiquingues y los sacha runas son personajes sagrados para la cosmovisión andina, se incluyeron como una representación de las creencias de la cultura indígena en un sincretismo colorido”, y el diablo pesa como elemento de la parte mestiza. También declaró que: «Representar al diablo aviva mis raíces y el recuerdo de mis padres”.
Por otro lado, en lo que se refiere al baile, la investigadora y profesora de danza Mirta Costales asegura que “El payaso y el diablo bailan con el ritmo del bombo”, en contraposición de los personajes andinos que lo hacen al ritmo de la música.
El baile tradicional del diablo es notable y no tiene relación con los pasos con los que se desplazan los otros personajes, tres toques de cada pie mientras gira la cintura en círculo, con una elegancia llamativa.

Si bien ya se ha mencionado la relevancia de la máscara de lata, vale también decir descubrir algo de su indumentaria, mención producto de las investigaciones de la Dirección de Turismo del municipio de Riobamba: “Utiliza una camisa blanca, con una elegante chaqueta de color azul y rojo haciendo alusión a los colores de Riobamba (los colores de la bandera de la ciudad), una máscara de hojalata pintada de rojo, cuyo conocimiento artesanal de confección se ha transmitido generacionalmente, detallando el rostro de un diablo. Lleva una trenza de cabuya y una sonaja que entona al compás de su baile, razón por la cual se lo conoce también con el nombre de diablo sonajero. Denota su elegancia con zapatos de charol, guantes blancos de algodón y pantalón de casimir; en la cintura cuelgan pañuelos de seda de colores. En el caso de que las mujeres deseen portar esta indumentaria, deben usar una blusa blanca, licra color negro o azul, zapatos de cuero negros o de charol, guantes blancos, chaqueta bien presentada de color azul y rojo, un par de pañuelos para el pantalón, y para la cabeza” (en el siguiente video se notará el donaire del diablo).

Otro elemento que le diferencia de los otros personajes es que con él se hace ostensible, sobre todo, la práctica de las mandas. Se refiere esta palabra a los votos o promesas que hacen las personas a Dios o a alguna imagen sagrada.
Quien se viste de diablo pide un favor al Divino Niño: salud, bienestar, futuro auspicioso; o asuntos tan prácticos como terminar la universidad o lograr un ascenso. La manda se puede cumplir enseguida, pero de todas maneras quien la ha pedido debe bailar siete años seguidos.
Cuando ha cumplido su promesa, en el séptimo año, bailará el Pase del Niño llevando un farol colgado de un palo. En el pasado, dentro del farol, que se elabora con una sencilla estructura de caña y papel celofán, iba una paloma, a la cual se dejaba huir cuando hubiera terminado de cumplir su compromiso (las nuevas regulaciones oficiales sobre protección de animales ha obligado a dejar de lado esta costumbre).
Al final, vale decir que el diablo es un personaje con una gran contradicción interna o también es posible afirmar que es una paradoja, a lo mejor debe dejarse solamente en la dualidad de la personalidad. Siendo como es una representación antigua, que solo aparece en las fiestas dentro de la geografía no es completamente aventurado concluir que es una digna imagen de los chimboracenses. Y sí, es un diablo que no es malo, que no es diablo.

Puedes ver al diablo sonajero en su medio aquí.

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