Sin priostes no hay fiesta

El de priostazgo es, en Ecuador, un sistema de intercambio atípico y único del país: un pío ciudadano entrega dinero para organizar una fiesta religiosa y, a cambio, recibe riquezas intangibles: o bien mejora su posición social o bien se beneficia de las mejores bendiciones del Divino Niño Rey de Reyes. Y si el Pase que organiza es de alto nivel cosechará la recompensa completa.
Si bien el Pase de Niño Rey de Reyes de Riobamba no es la única celebración eclesiástica en la que destaca la figura del prioste, es aquí donde se mantiene un sistema tradicional casi intacto y con un simbolismo propio, que opera tanto en la religiosidad como en la estructura social local.
El prioste es quien debe organizar y financiar el Pase del Niño Rey de Reyes, una de las más importantes fiestas populares del Ecuador.

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Prioste del Pase del Niño Rey de Reyes, Riobamba, 2017

Quede dicho que el concepto originario de “prioste” es “mayordomo de una hermandad o cofradía”, un administrador de las arcas de la comunidad. Pero, en tierras andinas no administra un dinero ajeno, sino que tiene que conseguirlo o, en su defecto, regalarlo de sus propios haberes. En sitios de definiciones en internet se dice que en Ecuador prioste es quien paga una fiesta religiosa.
Y la paga desde hace siglos. Al menos eso se colige de un escrito de Pedro Fermín Cevallos, de 1889, cuando escribió que “en las procesiones, que son casi generales en nuestros pueblos, se ven partidas de indios vestidos de danzantes, que bailando ebrios y con las cabezas cubiertas delante del Sacramento, siguen todo el camino que llevan aquellas” y que “el compromiso de hacerse danzante empeoraba la esclavitud del indio, por cuanto lo obligaba a gastar sus ahorros hechos al año a fuerza de privaciones y que igual fenómeno ocurría con los que se hacían priostes”.
ASC18Las cosas no se han mantenido así, en parte porque ya no es completamente convincente el precepto de que un prioste se puede ganar el infierno si no le da suficientemente pompa y brillo a su gestión. En parte porque la propia Iglesia católica ha tratado de desligar los gastos monetarios terrenales de la inversión en la fe pura y dura.
Pero bien, no se conoce fiesta que no tenga prioste. En el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba la manera como se llega a obtener esta categoría ha cambiado. En el pasado, era una decisión de la familia Mendoza, la dueña del Divino Niño que sale en procesión. Lo dice Gonzalo Mendoza, parte de la familia: “Es mi finado padre, más o menos a partir del año 1968, que recibe por escritura pública, mi padre se pone al frente de las festividades y él nombra los priostes naturales”.
Mirta Costales, quien es una de las más importantes investigadoras de la danza chimboracense ha dejado claro que “Hay un desfase cronológico entre el terremoto (de 1797) y el apogeo del Pase del Niño Rey de Reyes, que sí existe, siempre existió, de acuerdo. No hay un registro escrito de que diga así fue. Tal vez fue creciendo con el sistema de los priostazgos y guashayos, fue llegando gente con poder que tendió a hacer que el pase del Niño sea más grande porque los favores del Niño iban a ser más grandes”.
Pero en 2017 ha cambiado: hay una lista de quienes se han ofrecido a ser priostes y ese rol se cumple cada año. Quienes toman la posta saben exactamente cuáles son los ritos que deben cumplirse. La diferencia estaba antes en los detalles, más o menos costosos. (La serie de rituales se describen en este capítulo).
La Dirección de Turismo del Gobierno Autónomo Descentralizado del Municipio de Riobamba elaboró un documento que sirvió de base para declarar al Pase del Niño como Patrimonio Local. En uno de sus apartes dice: “Con todo esto, un buen prioste es un buen ciudadano con derecho de reclamar ahora el sitio destinado a los cholos dentro de la comunidad parroquial. La sociedad indígena chola se ha venido integrando mediante fiestas simbolizadas en el santo patrón, los priostes, danzantes, jinetes y toda la parafernalia local. Entre los compañeros del grupo, las fiestas proporcionan una estructuración social, dando cierta jerarquía a los priostes, otorgándoles lo que se denomina estatus. Los compañeros que reciben la redistribución en goce del ritual, la devuelven con respeto, apoyo, cuidado de la chacra durante la ausencia, en fin con nuevas reciprocidades, en los momentos difíciles y de acuerdo por supuesto a la escala jerárquica del estatus adquirido con la festividad”.

Reconoce que el prioste es el eje de la fiesta, es el gran director de una orquesta diversa, en parte desordenada, con individuos que suben al mismo escenario pero con intenciones variadas, Pero, además, debe asegurar que la celebración cumpla con una estructura previamente definida para preservar la naturaleza de la fiesta y tiene que tratar de evitar que culturas foráneas o nuevas expresiones distorsionen el sentido del Pase del Niño.
Por su parte, la investigadora Karina Brito ha afirmado que “El acompañamiento de comparsas es más allá de una muestra de poder económico, en muchos casos también una manda familiar y parte de la jocha de los priostes, así como también una pieza fundamental de los antiguos aravicos”, que son los antiguos poetas incas.
Sin embargo, en todos las fiestas del Pase del Niño Rey de Reyes ronda la pregunta de cuánto dinero circula en esta fiesta religiosa. Es difícil establecer una cifra. Víctor Campaña, en su libro “Fiesta y Poder”, publicado en 1991: “Esta fiesta (la de 1989) tuvo dos priostes lo que nos permite aproximar el gasto entre 7 y 9 millones de sucres, cuando el salario mínimo vital fue de s/. 22.000 mensuales y el dólar se cotizó a $ 495”. Este dinero, traído a valor de 2017, equivale a unos USD 71.000.
Evidentemente, en esta cifra se estima el valor aportado por los priostes, pero no el efecto económico general de la fiesta, que se produce alrededor del alquiler de los trajes de los personajes que bailan, el alquiler de los discos móvil, los contratos de las bandas de pueblo (según las descripciones que están aquí), la comida que se distribuye generosa y la bebida que es cada vez menos relevante. Si se calcula que en al Pase del Niño que se documenta en este registro asistieron unos 35.000 espectadores, ya se podrá notar el dinamismo que impone a la economía local y provincial.
Decir que sin prioste no hay fiesta no es exagerado. Como tampoco lo es afirmar que los priostes establecen esta especie de relación non sacta entre el dinero que se entrega y las bendiciones que se espera recibir.

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