Un guardián que proteje la tradición

A pesar de ser un personaje grotesco, mal encarado, que tiene malas mañas, pies deformes y maneras impostadas, a pesar de ser un adefesio el sacha runa es un cofre con un tanto de historia y otro de identidad extraordinarias.
El sacha runa es uno de los personajes centrales del Pase del Niño Rey de Reyes, hay pocos danzantes que visten el traje de sacha porque solo algunos tienen un carácter suficientemente fuerte para representar el papel de un demonio preincaico.
Es la ciudad de Riobamba el escenario para esta expresión de la religiosidad popular, el centro del Ecuador, a unos 2.600 metros sobre el nivel del mar (aquí puede saber más de esta localidad), una de las provincias de más población indígena y en la que perduran, a las malas, muchas de las más antiguas tradiciones de los ancestros andinos.
Se ha de recurrir al origen lingüístico para entender algo de la genética: sacha se debe traducir del quichua como salvaje o silvestre; runa es la manera de llamar al hombre. Si bien el personaje en el Pase del Niño actúa como un hombre salvaje, la realidad se apega más a la combinación de hombre silvestre.
ASC7En realidad, “Personifica el espíritu del hombre de la montaña, protector del páramo y de los animales. Es el protector del Niño y se encarga de ahuyentar a los malos espíritus”, tal como descubrió la comisión ciudadana que redactó el informe que sirvió de base para declarar a esta fiesta como patrimonio local.
Tiene un fuerte componente de guardián de la naturaleza. De hecho, se cree que vive en las montañas para protegerlas de las agresiones de la civilización y el progreso. “Es un animal de la selva, de dos caras, que camina en toda dirección. Vive en cuevas y sale solamente por la noche. Grita ¡yu-yu! Para causar susto, pero no puede hablar. Mata a sus víctimas abrazándolas y torciéndoles el pescuezo. La manera de defenderse de ellos es llevar una candela al frente o mechones o un leño encendido”. Este relato es autoría del investigador Paulo de Carvalho-Neto y fue publicado en 1964.
ASC11De manera que los chimboracenses creen (o creían) que el personaje existe. Pero, ¿cómo un demonio de las alturas se convirtió en parte de una procesión religiosa? La investigadora Mirta Costales esgrime la siguiente respuesta: “El sacha runa va por todo el trayecto de arriba a abajo. ¿Qué es el sacha runa?, es nuestro supac andino, nuestro diablo andino”. Estos personajes “…entran a saludar al Niño porque les tocaba, era su fiesta, la fiesta del solsticio de diciembre, la de la chacana, la de la cruz andina, que coincidió en diciembre. Y para buena suerte de los curas viene Navidad, tres días después del solsticio. Entonces, se suman las cosas, se sobreponen unas a otras y se da el mestizaje de la fiesta”.
De manera que hay dos elementos relevantes; el primero: se trata de un personaje que ha sido conocido desde antes de la llegada de los incas al actual Ecuador cuya función ha sido defender el equilibrio natural de los depredadores. Luego, en segundo lugar, se integró a la fiesta religiosa por la superposición de la religión católica sobre el sistema de creencias andino.

Sin embargo, esos rasgos esenciales se han perdido en el tráfago del tiempo y la aculturación y ahora es un personaje que pone algo de orden en el desarrollo de la fiesta.
Es relevante que en el pasado el traje del sacha runa se hacía con musgo pero por recientes disposiciones oficiales del Ministerio de Ambiente de Ecuador no se puede usar más ese vegetal. Poco a poco se usa trajes militares, a los que se les adecua la careta y la peluca de fibra de cabuya (Agave americana). Pero, sin la fibra vegetal que cubra el cuerpo del danzante este protagonista de la mitología andina está destinado a desaparecer. O a cambiar definitivamente.
Además, porque quienes documentan la evolución de la fiesta y sus personajes (y que generalmente no se enteran que lo están haciendo), los medios de comunicación, toman la explicación más llana, más rápida o más cómoda para describir al sacha runa, porque ciertamente tiene algún nivel de complejidad describirlo.
Alfonso Chávez, profesor de danzas, de las autóctonas sobre todo, asegura que el sacha runa “No habla, pero hace sonidos graciosos y en los pases del Niño se dedica a bromear con la gente que mira las comparsas desde las aceras. El personaje apareció en los pases del Niño para representar la creencia indígena que lo relaciona con la protección a la naturaleza, la sabiduría y lo sagrado”.

Aparentemente este demonio, este supac, ha tomado una posición en el Pase de Niño contradictoria con su naturaleza.
La misma comisión municipal de la que se habló antes anota: “Es el protector del Niño y se encarga de ahuyentar a los malos espíritus. La tradición dicta que sean los varones de cada familia los que deben usar este traje, compuesto por ropa con aspecto envejecido y bordada de musgo, una peluca grande tejida con cabuya, guantes de algodón y un látigo o también llamado foete (sic), hecho de cuero de vaca y se denomina cabresto, lo utiliza para ahuyentar a la gente y lo golpea en el piso para asustar, el foete (sic) es un símbolo de mando”.
Un demonio nacido de las creencias autóctonas andinas convertido en el guardián de un Niño de la religión católica. Este es un ejemplo de la superposición de formas de expresar la religiosidad popular
El informe municipal abunda en detalles: “Su careta es de color verde, representa la selva amazónica, con sus ojos desorbitados, nariz grande y arrugada; y, su boca representa la ira cuando se acercan a la imagen del Niño Jesús; se adhiere a la careta fibras de cabuya como una cabellera larga. Antes de colocarse la careta, debe ponerse un pañuelo de tela en la cabeza, cubriéndola hasta el cuello. La mayoría de sacha runas utilizan botas de caucho para que puedan cubrir su traje desgarrado de militar, e incluso utilizan zapatos de charol para verse más elegantes. Actualmente por la prohibición de utilizar musgo natural, el traje se adecua usando uniformes militares, cubriéndolos con cabuya o retazos de otras telas.
“Históricamente se han encontrado relatos de la aparición de este personaje a partir del siglo XIX, como un enmascarado que acompaña a los diablos, usando su látigo para que los espectadores se retiren. El Sacha Runa baila el ritmo de la expresión indígena “achachay”, suele realizar trotes y saltos, asustando a las personas; no puede hablar y emite solamente el grito ¡yu-yu!”.
Vale decir que la época en la que apareció el personaje se refiere a las fiestas populares, porque existe desde la historia más antigua de la cultura andina.
Mientras los danzantes, payasos, diablos y curiquingues se mueven con parsimonia por las calles de Riobamba, el sacha runa corre con arrebato de un lago para el otro, de pronto se mira en un espejo y se alegra de ¿su fealdad?, luego salta, da trampolines, se sienta: es impredecible.
Es un demonio que porta una parte importante de la tradición más antigua, que se ha integrado a una fiesta religiosa que se destaca como una de las más importantes del Ecuador. Y que pone de relieve la diversidad nacional, difícil de entender y fascinante de vivir.

El particular «baile» del sacha runa está aquí.

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