La historia detrás de la imaginería

La imagen del Divino Niño es una de las sobrevivientes del gran terremoto de 1797. De entre los escombros fue rescatado el que se conoció como Niño de la Colonia, pues era una imagen antigua, que llegó a la vieja Riobamba desde renombrados talleres de imaginería.
Hay pocas referencias a el estado del Niño antes del brutal sismo, estaría en un altar lateral de algún templo y sería adorado por sus fieles. Y a lo mejor habría sido temido por los puruháes, quienes llevaban ya un par de siglos de dominación.
Habrá sido descubierto debajo los escombros de esta ciudad que había sido reconocida por los Cronistas de Indias quienes relataban también como los inciviles españoles intentaban civilizar a un pueblo que habían invadido con la espada y la cruz.
Luego de las tribulaciones de la poca población que sobrevivió aparecieron las tribulaciones sobre buscar un terreno que temblara con menos frenesí y tuviera las medidas donde refundar la ciudad y buscar su desarrollo.
ASC6A dónde fuera los pobladores iría también la imagen del Divino Niño, el Niño de la Colonia que era, desde entonces, un compañero cercano de los riobambeños. Su hermoso tallado, la filigrana, sus cabellos dorados (una imagen muy europea) terminaron en un santuario en el barrio de Santa Rosa, en la otra orilla de Riobamba.
Este sector de la ciudad bullía en actividad, además de la dinámica que tenían los barrios residenciales de la aristocracia, el comercio, la artesanía, los oficios estaban en Santa Rosa y ahí estaban fieles creyentes dispuestos a adorar a sus santos sin reparar en los esfuerzos. El Divino Niño tenía un oratorio entre los carniceros, a quienes se les llamaba “cutos”. De alguna manera, se convirtieron en los festejantes que dominaban el paisaje.
Entonces, la vida del Divino Niño se podía dividir en dos: el 6 de enero de cada año que salía en procesión del oratorio para presidir la misa y durante el resto del año administraba bendiciones o castigos según fuera el caso.
Desde muy temprano en la historia de Riobamba recibió el calificativo de “travieso”. Que el Niño es travieso, todos los sabían, pero también estaban conscientes que esas travesuras podían tener consecuencias dignas de subrayar.
Si un fiel demostraba su fe con suficiente esfuerzo, recibiría durante el año el doble de lo ofrecido. Si el fiel no daba una demostración suficientemente consistente el Niño haría travesuras y pasaría un mal año. ¿Cuál es la medida de una adoración suficiente o de un desprecio suficiente? Es difícil de decir, pero lo cierto es que los feligreses trataban de superar siempre la vara invisible del buen creyente. Para evitar el castigo. De nuevo, es difícil decir si donar 500 botellas de licor es mucho o muy poco, o si contratar una banda de ocho músicos pondrá al creyente en mejor predicamento de quien solamente contrata un disco móvil. Es medida, según parece, solamente está grabada en la conciencia de los creyentes.

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