Créditos

Dirección, textos, fotografías y diseño multiplataforma: Álvaro Samaniego
Producción: Eliana Jiménez, Stephanie Chávez y María José Aldaz.
Fotografía adicional: Micaela Samaniego y Paulina Jiménez.
Filmación: Eliana Jiménez, Antonio Salazar y Juan Diego Pérez.
Edición de videos: Sebastián Carrillo, Enelojofilms.
Diseño, diagramación y montaje en web: Micaela Samaniego.
Música de identificación: pieza interpretada por el maestro Pedro Llangarí, docente del Instituto Anda Aguirre de Riobamba.

Asesoría: Luis Maldonado Álvarez

 

Agradecimientos

Lucía Moscoso, Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.
Guillermo Montoya, Presidente de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, núcleo de Chimborazo.
Jenny Bazantes, Escuela Politécnica de Chimborazo.
Nicolás Cornejo, Enelojofilms.
Marialicia Borja, Dirección de Turismo, Gobierno Autónomo Descentralizado de Riobamba.

Además:
Carmita Chávez.
Alba Chávez.
Jenny Chávez.
Fernando Chávez.
Un agradecimiento especial para Luis Maldonado Álvarez.

Certificado de Registro en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI)            N° QUI-051355

© Álvaro Samaniego, 2017

Riobamba, Ecuador.

Contacto: ascomunicas@gmail.com

Tradición vs. alienación: la lucha eterna

Hacer el levantamiento de una extraordinaria muestra de la religiosidad popular es enfrentarse a la dificultada de las mareas de la evolución, a los derroteros incalculables que se abren por el enfrentamiento entre la tradición y la innovación, nombre este último que tiene que tomar otro cariz, como se verá más adelante.
En el caso del Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba (en el centro del Ecuador) hay un par de elementos que unas veces limitan esa evolución. Y otras abren unas puertas generosas al cambio.
Habrá que dejar sentado que en la base este evento es una procesión religiosa, en la que el Divino Niño se pasea en andas de los priostes por las calles de la ciudad. Riobamba como escenario, El Niño como eje omnipresente.
En esta expresión religiosa, que debería seguir las normas rituales de la Iglesia Católica, irrumpen personajes paganos con ánimo de sumarse a los actos de adoración religiosa. ASC14Hay al menos tres personajes de la cosmovisión andina y otros dos que son eminentemente mestizos, fruto de la dominación española de 500 años.
Es posible decir que, en apariencia, no es importante qué clase de traje, qué tipo de baile, en qué personaje se convierte un fiel; la clave es la siguiente sucesión: pedir un favor, hacer una manda, bailar el Pase del Niño y evitar ser la víctima de una «travesura».
En la década de los 60 una tradicional fiesta religiosa, cuyo rito es similar en muchos países del mundo (el Pase del Niño sucede en la fecha de la Fiesta de Reyes, propio de la tradición católica), se transformó porque los fieles demandaron que tuviera un carácter más popular. Se lo hizo a través de incluir en el acto religioso a seres divinos de otras creencias, en este caso de la identidad indígena. No se pase por alto que Chimborazo, provincia cuya capital es Riobamba, es de las de mayor presencia indígena del Ecuador, principalmente de la etnia puruhá. La conquista española trató de superponer los conceptos de civilización y de fe religiosa sobre el animismo el imperio Inca. Este acto violento logró hacer desaparecer una parte de los vestigios de las creencias andinas. Casi todo.

La abundancia de matices

A cada uno de estos pilares fundamentales la dinámica cultural le ha adornado con su propio toque. Es evidente que existen promesantes que bailan con un respeto profundo a la tradición, y a su lado puede haber otro a quien le importa más la moda.Todos van juntos, la tradición y la alienación también.
Un ejemplo claro es la música. Durante el Pase del Niño Rey de Reyes de 2017 la canción que más se bailó se llama «Wiskicito quiero». No es ninguna canción tradicional sino un juego de sutilezas, una ritmo moderno, pegajoso como la miel: tiene el ritmo correcto, responde con claridad a cierta estructura de la identidad andina, pero se adaptó una letra con el objeto obtener réditos económicos. Frente a eso hay poco más que se pueda decir en este proceso de documentación.

“Hace dos o tres décadas hacen su aparición las industrias culturales locales, que comienzan a tomar los ritmos para “tecnocumbializarlos”, ese es un fenómeno muy fuerte”, afirma Alfonso Chávez, uno de los más importantes difusores de la danza tradicional chimboracense. Adicionalmente, aparecen los disco móvil que reemplazan a las bandas (puede leer algo más sobre esto aquí, artículo sobre música).
Chávez no cuestiona directamente estos dos fenómenos que modifican las formas de expresión cultural tradicional; desde su posición declara que la fe religiosa es una justificación suficiente.
En 1990, cuando Víctor Campaña hizo el proceso de documentación del Pase del Niño Rey de Reyes y lo publicó en el libro Fiesta y Poder (Abya Yala, 1991), escribió que “Para este acercamiento veo importante tener presente la realidad bicultural de la Provincia de Chimborazo que produce, además, una gama de mestizaje en el comportamiento de los grupos, desde grupos indígenas que conservan una rica identidad cultural, a grupos blanco-mestizos europeizados, pasando por grupos de cholos o indios aculturizados que conservan algunos elementos de la cultura indígena y que son el centro de este estudio”. Más adelante afirma que “…la realidad de intercambio asimétrico entre las culturas mencionadas marcan un fenómeno de aculturación dirigida forzada, en el cual la cultura blanco-mestiza dominante orienta el comportamiento de la cultura indígena subordinada hacia donde la primera considera positivo y deseable”.

El investigador Jorge Sánchez aporta con el argumento de que “Basta recorrer las calles y ver las construcciones, los adoquines, el rostro de la gente, está fuertemente ligada con la cultura de la migración india. Riobamba es un espacio donde eso salta a la vista y salta a la vista lo otro, el blanqueamiento de la cultura, toda esta aculturación que se ha venido generando desde hace mucho tiempo atrás, que como defensa para protegerse del “bulling” que el mestizaje le ha impuesto, que hay que dejar atrás todo rasgo que le asocie con lo indio y que le asocie con la tierra”.
“La cultura indígena ha hecho muchos aportes, desgraciadamente no valorizados y no visibilizados bien, pero yo los respeto en tanto y en cuanto estén ligados a la tierra”.
A esta reflexión se suma la de la también investigadora Karina Brito, ella está alerta porque “Lamentablemente como sociedad los ecuatorianos estamos acostumbrados a valorar más lo que nos viene de fuera y lamentablemente no tenemos las políticas culturales que respalden o que fortalezcan esa identidad que debemos tener como ecuatorianos, entonces nos dejamos influir rapidito de lo que viene de fuera”.
Algo similar sucede con los personajes. Son dominantes los que este trabajo considera los principales: sacha runa, danzante, curiquingue y diablo; están otros cuya participación no es tan numerosa y eventualmente tiene un origen opaco: vasallos, perros, gorilas, ángeles y romanos. Están también otros que responden al deseo de disfrazarse y bailar por el Divino Niño. Sin embargo, hay una diferencia notable entre disfrazarse y asumir un personaje con un papel determinado. Por eso, ya hay payasos megacoloridos y no es raro que aparezca Pancho Villa junto a Darth Vader y Micky Mouse, bailando un yumbo.
ASC5De alguna manera, Alfonso, Jorge y Karina quieren que no se pierdan las muestras culturales ancestrales que se expresan en el Pase del Niño Rey de Reyes, pero también saben que las condiciones en las que se realiza esta expresión de la religiosidad popular no pueden ser estáticas. Una parte importante de la población de Riobamba y de la provincia de Chimborazo piensa lo mismo, pero otra parte no tiene idea y seguirá existiendo una importante porción de ciudadanos quienes preferirán el “blanqueamiento” cultural. Seguirá siendo eterna la lucha entre la tradición y la alienación.

Del villancico a la tonada

Pedro Llangarí es profesor del Instituto Anda Aguirre de la ciudad de Riobamba, un colegio secundario especializado en música. Es, sobra decirlo, un músico activo, integrante de una banda de pueblo y uno de los mayores conocedores de la música que bailan miles de personas durante el Pase del Niño Rey de Reyes.
Tiene más de 50 años y durante la entrevista cada vez que le faltaban palabras para aclarar algún concepto tomaba el saxo y lo decía con sus notas (de hecho, la música que es característica de este proyecto fue grabada directamente de su interpretación).
El Pase del Niño es una procesión religiosa que se realiza el Día de Reyes (6 de enero) para honrar al Divino Niño, pero que en el caso de la ciudad de Riobamba –la provincia de Chimborazo y el área de influencia, vale decir- se ha mezclado de tal manera que puede afirmarse que es una de las tres más importantes expresiones de al religiosidad popular del Ecuador.
A lo mejor cabe comenzar hurgando en lo que concierne a las bandas de pueblo, que son grupos de artistas populares que interpretan música tradicional ecuatoriana. Normalmente los grupos viven en pueblos (lejos de las ciudades grandes) y son contratados para varios tipos de festejo pero, sobre todo, religiosos.

PJC
Tradicional banda popular

El joven músico Renato Reino la describe de la siguiente manera: “En cambio las bandas de pueblo, de lo que yo sé, tiene el bombo, los dos saxofones, dos trompetas y dos trombones. Y hay muchos que meten clarinete”.
Esta es una característica distintiva de estos grupos musicales: se los asocia con instrumentos que llegaron con la conquista española. La banda se concentra en la percusión y los vientos al igual que la expresión de los pueblos ancestrales, ahora que los instrumentos de la banda actual son metálicos y los antiguos eran de madera. Pingullos contra saxos, rondadores contra trombones.
El investigador y experto en música, Juan Mullo, en el libro “Música patrimonial del Ecuador” (publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Flacso) pone la siguiente base conceptual: “…lo popular y lo tradicional, lejos de ser conceptos estáticos, demandan pensar en nuevas lecturas, cuyos referentes son expresiones de culturas vivas que son parte de una serie de intercambios culturales, dentro de una dinámica global que conjuga elementos como lo patrimonial, la interculturalidad y, sobre todo, la identidad”. Mullo habla de intercambios lo que para otros podrían ser enfrentamientos.
Esas son las marcas fundamentales del origen. “La música es el complemento indispensable de los Pases del Niño, las canciones tienen la denominación genérica de villancicos, aludiendo cánticos navideños; sin embargo los ritmos populares ecuatorianos como san juanito, yumbo, tonada, albazo, pasacalle, entre otros, se mezclan para formar repertorios propios de esta festividad tradicional riobambeña”. Esto último consta en el informe con el que el Gobierno Autónomo Descentralizado de Riobamba declara patrimonio local inmaterial al Pase del Niño.

A pesar de que esta es, en origen, una procesión religiosa, al convertirse en una expresión de la religiosidad popular dio paso a la presencia de una música que se instaló con modificaciones.
Como el Pase del Niño es un rito complementario al de Navidad, los villancicos fueron tomados por las bandas de pueblo y puestos en ritmos locales para que los personajes pudieran bailarlos. Pero también se incluyeron otras canciones que no tienen la menor relación con el aspecto religioso de la celebración.
Por ejemplo, una de las canciones más bailadas durante la historia del Pase es María Manuela. Pedro Llangarí afirma que “Es una melodía tradicional, dicen que escucharon el llorar de unas indígenas y cuentan que es la base de la tonada del María Manuela”. Es decir, la tradición cultural andina está siempre, aunque Juan Mullo explica que de maneras más bien paradójicas se fueron juntando los textos de origen literario del siglo XIX y la música indígena: “La música de esta época es un medio expresivo para relatar un proceso en donde lo indígena siempre fue lo marginal. El texto romántico exalta factores como: la mujer, el sentimiento, la patria, la nación, el desarraigo, etc., mientras que la música indígena se rige por las funciones rituales de los cantos y mitos, por ejemplo, la Pachamama, es decir, un pensamiento simbólico. Para consolidar una urgente necesidad de identidad, el mestizo, cobijado bajo el proyecto ideológico de lo nacional que es promovido desde el Estado nacional, comienza a construir formas expresivas que, en lo musical, se plasman en un cancionero nacional, el mismo que ya lo identifica como sector cultural y, a veces, como clase social diferenciada.

“Para la construcción de esta ‘identidad musical nacional mestiza’, se toman las estructuras indígenas, sobre todo, andinas, las cuales, junto a los textos románticos que promovían desde hace tiempo una especie de indigenismo, pretenden la defensa de lo indio –contrariamente– a través de su estigmatización. Se toma su marginalidad como símbolo de identidad”.
Estos dos elementos, que han librado un conflicto largo para fortalecer la identidad andina, debieron juntarse para enfrentar a un enemigo que los amenaza.
Una de las variaciones visibles más importantes ha sido la manera como la música del rito ha sufrido cambios bruscos. Alfonso Chávez, profesor de danza e investigador, lo dice de esta manera: “La tecnología viene de afuera y viene a la par de la música que viene de afuera. Desde los años 80 o 90 se fue filtrando la música boliviana comercial. Pero las tradicionales han sido invisibilizadas”. Agrega que “Hace dos o tres décadas hacen su aparición las industrias culturales locales, que comienzan a tomar los ritmos para “tecnocumbializarlos”, ese es un fenómeno muy fuerte”.
El mismo documento municipal lo advierte, al decir que “Sin embargo, en los últimos años va proliferando el uso indiscriminado de música, danzas y atuendos ajenos a nuestra naturaleza cultural que convierte a algunos ‘pases’ en una especie de corso pagano e híbrido. Igualmente, la musicalización hecha por sofisticados equipos de sonorización, desplaza peligrosamente al arte y a sus cultores …”
Pues, también apareció un tema tecnológico que puso aún más calor: los discomóvil. En cualquier vehículo se coloca un generador de electricidad, una consola de sonido y tantos parlantes cuantos se pueda. Es decir, se monta una concierto móvil. Hay un tema de costo: mientras que el discomóvil puede cobrar menos de USD 100, una banda de pueblo no costará menos de USD 400. Además, en las pistas digitales del equipo se puede incluir toda clase de sonidos adicionales a la misma música.
ASC7Al preguntarle a la investigadora Karina Brito su reflexión opina que “Es terrible, no ayuda en nada a mantener y preservar nuestra música tradicional, hace poco se suplantaron los grupos de música andina por mariachis… los discomóvil van a terminar por exterminar las bandas de pueblo. Son más baratos y tocan cualquier cosa que le guste a la gente, es una manera de facilitar las cosas. Aparte de la contaminación auditiva que generan”.
El cantautor Fernando Chávez, desde su trinchera rebelde, dice en un andarivel similar que “Utilizar la tecnología correctamente, porque si la tecnología invade y es más fácil poner un discomóvil, aplastar un botoncito y que suene la música así, escandalosamente, prefiero que el músico esté tocando en vivo, prefiero que las bandas de música trasciendan el tiempo, sigan vigentes alegrando las fiestas de los barrios y las comunidades, motivando al baile, a la fiesta, al encuentro, al festejo”.
Concluye calificando a esta como una actitud prepotente y ególatra, mientras Juan Mullo añade que “Las identidades locales intercambian su cultura con las globales, aunque
no sabremos si ello ocurre en igualdad de condiciones”.
Durante siglos la música tradicional andina, algunas de cuyas muestras son anteriores a la llegada de los incas, mantuvo una disputa para evitar ser aniquilada por los conquistadores, como sucedió con muchas otras expresiones.
De alguna manera salió airosa al pervivir, aunque tuvo que ceder espacios. Pero la verdadera amenaza llegó de manos de la aculturación o de la alienación. Visto desde el otro punto de vista, apareció por el apetito de los participantes en el Pase del Niño de expresiones culturales de moda, con las cuales se alejaban del estigma de ser algo parecido a indígenas.
Consta en esta rápida visión que hay quienes se esfuerzan por sostener la tradición. O, por construir una identidad que se parezca mucho a la esencia del ser andino.
Hay, sí, urgencia. Sería lamentable que en el siguiente proceso de documentación buena parte de las características que se exponen en este trabajo hayan desaparecido.
Entre el villancico y la tonada está una vida antigua y fructífera. Pero, sobre todo, auténtica.

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Jochas, la preeminencia de la reciprocidad

Cuando un jochante entrega un aporte no espera un pago, sabe que su acción generará un movimiento de solidaridad, cuando en el futuro necesite algo él mismo será el beneficiario de una colaboración, como sucedió siglos atrás.
Es notable que en esta enorme fiesta, el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba, prevalezca la reciprocidad sobre el mercantilismo. Si bien habrá la preocupación constante alrededor de que los gastos para la celebración son muy altos, desde otro punto de vista es posible considerarlo un generador de dinamismo económico, quizás mayor al que podría surgir de la compra-venta sin el entusiasmo de una fiesta anual.
El Pase del Niño Rey de Reyes es un rito religioso y una fiesta popular en la que sobrevive el sistema de jochas y, por ende, la presencia de jochantes y también de los guashayos.
Desde la década de los 60, el Pase del Niño tiene dos priostes, pero correr con todos los gastos es oneroso. De manera que los priostes deben requerir la participación de amigos, familiares, conocidos, amigos de los amigos, familiares de los conocidos y cualquier vínculo existente o inventado para poder descargar el gran peso de cubrir las jochas.
ASC8Un jochante se convierte en tal a partir de la Fiesta de la Candelaria. Hay un texto publicado en 2009 por José Pereira Valarezo, dentro del libro “La fiesta popular tradicional del Ecuador”, que describe bien la dimensión de esta fiesta:
“La Fiesta de la Candelaria tiene lugar cada 2 de febrero y conmemora la presentación del Niño Jesús en el templo a los cuarenta días de nacido (Yánez Quirola, 2000). En Riobamba, el Rey de Reyes, en su ‘versión local’ es la figura central de la celebración, ocasión para agradecer a los priostes que “pasaron el cargo” en enero y para asegurar el compromiso de quienes se ofrecieron o aceptaron hacerlo el siguiente año”. Se trata, entre otras cosas, del traslado de la responsabilidad de organizar un gran Pase del Niño de unos priostes a otros.
Pereira, más abajo, sigue: “En un segundo momento, se ratifica el compromiso asumido por los futuros priostes; ello se realiza a través de un acto simbólico que constituye el momento central de la celebración: la entrega del Pan de la Candelaria por parte de los fundadores a los futuros priostes, quienes, a su vez, lo entregan a los asistentes para comprometer su ayuda en la organización de la fiesta. Hace algunas décadas, el Pan de la Candelaria se moldeaba con figuras específicas, expresándose a través de ellas qué tipo de ayuda se esperaba recibir de la persona a quien se la entregaba. Así, si se recibía un pan en forma de curiquingue, se debía organizar una comparsa de curiquingues para el Pase del Niño; si, en cambio, se recibía un pan en forma de vaca, se debía donar carne o, incluso, el animal mismo, pero, todo ello, bajo la condición de ser retribuido a su momento, cuando se asuma el cargo. Actualmente, sin embargo, las jochas de la esta del Niño Rey de Reyes ya no tienen necesariamente esa implicación y se asumen, más bien, como donaciones exentas de compromisos posteriores”.
ASC3En el libro “Fiesta y poder”, de Víctor Campaña, se transcribe el comentario de un informante realizado, en 1990: “Un vecino del barrio Santa Rosa en relación a esta fiesta dice: por ahí no vale acercarse ni de curioso, poruqe una vez que le invita a participar, usted ya no puede esquivarse el resto de su vida, le entregan (en la “Candelaria”) unos pancitos en formas de animales y usted debe responder con las jochas, sino vienen los castigos del Niño… “.
Durante la investigación para la declaratoria de patrimonio, realizada por la Dirección de Turismo de la alcaldía de Riobamba, se descubrió que es un pan dulce y se le conocía como “costra” o chicha. Pero ahora es muy difícil encontrar vestigios de la receta.
Por su lado, Gabriel Cisneros Abedrabbo y Víctor Niama San Andrés, en la bitácora llamada Palabra en Pie, han informado que “La fiesta intensifica las relaciones de amistad entre familiares y vecinos; la misión de las jochas rebasa la naturaleza de un aporte en honor a la fe y se reviene cuando el beneficiario del jochante lo requiere ya sea para el priostasgo, construir una vivienda ó para compromisos sociales como un matrimonio u otros. La relación entre todos estos elementos sociales es muy fraterna y adquiere compromisos formales”.
Jocha es una palabra quichua cuyo equivalente en español puede ser reciprocidad y fue un sistema económico que operó con éxito incluso antes de la expansión del imperio inca. No se establecían relaciones comerciales de intercambio de bienes o servicios, sino que era un compromiso solidario de desarrollo colectivo. Es decir si Juan sembraba quinua, cuando cosechaba el producto le entregaba a Pedro, quien era una artesano y le proveía de herramientas de labranza. Ayudó en la cosecha Antonio, a quien Juan después le ayudó a construir la casa donde vive con María, quien teje ropa que le entrega a Antonio a cambio de las piezas del telar; Juan, Pedro, Antonio y María ayudaron a la minga para limpiar el canal de riego. Es decir, un sistema de reciprocidad que provoca una reacción en cadena en base a la solidaridad.
Esa práctica centenaria está activa hasta hoy, pero casi exclusivamente alrededor de esta fiesta religiosa. Si bien ya no se distribuyen los panes el concepto aún perdura.
Una información que es más llamativa que esencial es que se practicaba “el derecho al resentimiento”. Luego de que hubiera sucedido el Pase del Niño, los priostes debían visitar a los jochantes y para agradecerles, saludo que iba acompañado de un licor fino. Si no sucedía la visita o si se faltaba al uso de brindar licor fino el jochante tenía el derecho de resentirse.
A la vez que es histórico, no deja de provocar entusiasmo leer detenidamente lo que sucedió con uno de los priostes en el Pase del Niño Rey de Reyes, en 1990.

Sin priostes no hay fiesta

El de priostazgo es, en Ecuador, un sistema de intercambio atípico y único del país: un pío ciudadano entrega dinero para organizar una fiesta religiosa y, a cambio, recibe riquezas intangibles: o bien mejora su posición social o bien se beneficia de las mejores bendiciones del Divino Niño Rey de Reyes. Y si el Pase que organiza es de alto nivel cosechará la recompensa completa.
Si bien el Pase de Niño Rey de Reyes de Riobamba no es la única celebración eclesiástica en la que destaca la figura del prioste, es aquí donde se mantiene un sistema tradicional casi intacto y con un simbolismo propio, que opera tanto en la religiosidad como en la estructura social local.
El prioste es quien debe organizar y financiar el Pase del Niño Rey de Reyes, una de las más importantes fiestas populares del Ecuador.

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Prioste del Pase del Niño Rey de Reyes, Riobamba, 2017

Quede dicho que el concepto originario de “prioste” es “mayordomo de una hermandad o cofradía”, un administrador de las arcas de la comunidad. Pero, en tierras andinas no administra un dinero ajeno, sino que tiene que conseguirlo o, en su defecto, regalarlo de sus propios haberes. En sitios de definiciones en internet se dice que en Ecuador prioste es quien paga una fiesta religiosa.
Y la paga desde hace siglos. Al menos eso se colige de un escrito de Pedro Fermín Cevallos, de 1889, cuando escribió que “en las procesiones, que son casi generales en nuestros pueblos, se ven partidas de indios vestidos de danzantes, que bailando ebrios y con las cabezas cubiertas delante del Sacramento, siguen todo el camino que llevan aquellas” y que “el compromiso de hacerse danzante empeoraba la esclavitud del indio, por cuanto lo obligaba a gastar sus ahorros hechos al año a fuerza de privaciones y que igual fenómeno ocurría con los que se hacían priostes”.
ASC18Las cosas no se han mantenido así, en parte porque ya no es completamente convincente el precepto de que un prioste se puede ganar el infierno si no le da suficientemente pompa y brillo a su gestión. En parte porque la propia Iglesia católica ha tratado de desligar los gastos monetarios terrenales de la inversión en la fe pura y dura.
Pero bien, no se conoce fiesta que no tenga prioste. En el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba la manera como se llega a obtener esta categoría ha cambiado. En el pasado, era una decisión de la familia Mendoza, la dueña del Divino Niño que sale en procesión. Lo dice Gonzalo Mendoza, parte de la familia: “Es mi finado padre, más o menos a partir del año 1968, que recibe por escritura pública, mi padre se pone al frente de las festividades y él nombra los priostes naturales”.
Mirta Costales, quien es una de las más importantes investigadoras de la danza chimboracense ha dejado claro que “Hay un desfase cronológico entre el terremoto (de 1797) y el apogeo del Pase del Niño Rey de Reyes, que sí existe, siempre existió, de acuerdo. No hay un registro escrito de que diga así fue. Tal vez fue creciendo con el sistema de los priostazgos y guashayos, fue llegando gente con poder que tendió a hacer que el pase del Niño sea más grande porque los favores del Niño iban a ser más grandes”.
Pero en 2017 ha cambiado: hay una lista de quienes se han ofrecido a ser priostes y ese rol se cumple cada año. Quienes toman la posta saben exactamente cuáles son los ritos que deben cumplirse. La diferencia estaba antes en los detalles, más o menos costosos. (La serie de rituales se describen en este capítulo).
La Dirección de Turismo del Gobierno Autónomo Descentralizado del Municipio de Riobamba elaboró un documento que sirvió de base para declarar al Pase del Niño como Patrimonio Local. En uno de sus apartes dice: “Con todo esto, un buen prioste es un buen ciudadano con derecho de reclamar ahora el sitio destinado a los cholos dentro de la comunidad parroquial. La sociedad indígena chola se ha venido integrando mediante fiestas simbolizadas en el santo patrón, los priostes, danzantes, jinetes y toda la parafernalia local. Entre los compañeros del grupo, las fiestas proporcionan una estructuración social, dando cierta jerarquía a los priostes, otorgándoles lo que se denomina estatus. Los compañeros que reciben la redistribución en goce del ritual, la devuelven con respeto, apoyo, cuidado de la chacra durante la ausencia, en fin con nuevas reciprocidades, en los momentos difíciles y de acuerdo por supuesto a la escala jerárquica del estatus adquirido con la festividad”.

Reconoce que el prioste es el eje de la fiesta, es el gran director de una orquesta diversa, en parte desordenada, con individuos que suben al mismo escenario pero con intenciones variadas, Pero, además, debe asegurar que la celebración cumpla con una estructura previamente definida para preservar la naturaleza de la fiesta y tiene que tratar de evitar que culturas foráneas o nuevas expresiones distorsionen el sentido del Pase del Niño.
Por su parte, la investigadora Karina Brito ha afirmado que “El acompañamiento de comparsas es más allá de una muestra de poder económico, en muchos casos también una manda familiar y parte de la jocha de los priostes, así como también una pieza fundamental de los antiguos aravicos”, que son los antiguos poetas incas.
Sin embargo, en todos las fiestas del Pase del Niño Rey de Reyes ronda la pregunta de cuánto dinero circula en esta fiesta religiosa. Es difícil establecer una cifra. Víctor Campaña, en su libro “Fiesta y Poder”, publicado en 1991: “Esta fiesta (la de 1989) tuvo dos priostes lo que nos permite aproximar el gasto entre 7 y 9 millones de sucres, cuando el salario mínimo vital fue de s/. 22.000 mensuales y el dólar se cotizó a $ 495”. Este dinero, traído a valor de 2017, equivale a unos USD 71.000.
Evidentemente, en esta cifra se estima el valor aportado por los priostes, pero no el efecto económico general de la fiesta, que se produce alrededor del alquiler de los trajes de los personajes que bailan, el alquiler de los discos móvil, los contratos de las bandas de pueblo (según las descripciones que están aquí), la comida que se distribuye generosa y la bebida que es cada vez menos relevante. Si se calcula que en al Pase del Niño que se documenta en este registro asistieron unos 35.000 espectadores, ya se podrá notar el dinamismo que impone a la economía local y provincial.
Decir que sin prioste no hay fiesta no es exagerado. Como tampoco lo es afirmar que los priostes establecen esta especie de relación non sacta entre el dinero que se entrega y las bendiciones que se espera recibir.

Los andinos y el Rey de Reyes

El 6 de enero es un momento que tiene, sin aparentarlo, un significado especial, pues está en el medio entre una fiesta religiosa y un festejo pagano; aunque no esté en la mitad métrica y exacta, en la práctica sucede que, sin saber bien por qué, el Día de Reyes separa la navidad del carnaval.

La navidad del cristianismo es una de las fiestas mayores y se la festeja, desde hace siglos, dos días después de invierno que, por su lado, es una de las cimas de calendarios de varios pueblos ancestrales. Recuerda el nacimiento de Jesús, el profeta –e hijo de Dios- que diseminó la religión.

Y, el carnaval, cuya fecha está determinada por el calendario de ritos cristianos pero su inspiración tiene más relación con la juerga que con la oración.

En el medio está este 6 de enero. Es importante, nuevamente, en el mundo cristiano porque recuerda la visita de unos reyes magos a Jesús recién nacido, en muchas partes del mundo en ese día se entregan regalos a los niños.

En Riobamba, en el centro del Ecuador, desde hace medio siglo se saca en procesión al Divino Niño, una figura tradicional del cristianismo, y sus fieles dicen que es rey incluso de los reyes magos y por eso la procesión se ha dado a llamar el Pase del Niño Rey de Reyes; el Divino Niño es el rey de los reyes magos.

Es, sin duda que quepa, una de las tres principales fiestas populares andinas del Ecuador y, además, es de las que menos ha sufrido la invasión de culturas extranjeras o extras a esta región del país, cuyos habitantes son en su mayoría, andinos. Nótese que “andino” se llama en esta nota, a los habitantes ancestrales de estos territorios, que no indios ni indígenas.

Si bien durante alrededor de un mes se realizan pequeños pases del niño, novenas (nueve días de preparación para una fiesta grande) y vísperas (vigilia en la noche anterior a la fiesta grande), el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba, la fiesta mayor, convoca a no menos de 5.000 participantes y unos 35.000 asistentes que miran, entre eufóricos y en trance místico, una profesión-desfile de cerca de cinco horas. Continúa leyendo Los andinos y el Rey de Reyes

Un guardián que proteje la tradición

A pesar de ser un personaje grotesco, mal encarado, que tiene malas mañas, pies deformes y maneras impostadas, a pesar de ser un adefesio el sacha runa es un cofre con un tanto de historia y otro de identidad extraordinarias.
El sacha runa es uno de los personajes centrales del Pase del Niño Rey de Reyes, hay pocos danzantes que visten el traje de sacha porque solo algunos tienen un carácter suficientemente fuerte para representar el papel de un demonio preincaico.
Es la ciudad de Riobamba el escenario para esta expresión de la religiosidad popular, el centro del Ecuador, a unos 2.600 metros sobre el nivel del mar (aquí puede saber más de esta localidad), una de las provincias de más población indígena y en la que perduran, a las malas, muchas de las más antiguas tradiciones de los ancestros andinos.
Se ha de recurrir al origen lingüístico para entender algo de la genética: sacha se debe traducir del quichua como salvaje o silvestre; runa es la manera de llamar al hombre. Si bien el personaje en el Pase del Niño actúa como un hombre salvaje, la realidad se apega más a la combinación de hombre silvestre.
ASC7En realidad, “Personifica el espíritu del hombre de la montaña, protector del páramo y de los animales. Es el protector del Niño y se encarga de ahuyentar a los malos espíritus”, tal como descubrió la comisión ciudadana que redactó el informe que sirvió de base para declarar a esta fiesta como patrimonio local.
Tiene un fuerte componente de guardián de la naturaleza. De hecho, se cree que vive en las montañas para protegerlas de las agresiones de la civilización y el progreso. “Es un animal de la selva, de dos caras, que camina en toda dirección. Vive en cuevas y sale solamente por la noche. Grita ¡yu-yu! Para causar susto, pero no puede hablar. Mata a sus víctimas abrazándolas y torciéndoles el pescuezo. La manera de defenderse de ellos es llevar una candela al frente o mechones o un leño encendido”. Este relato es autoría del investigador Paulo de Carvalho-Neto y fue publicado en 1964.
ASC11De manera que los chimboracenses creen (o creían) que el personaje existe. Pero, ¿cómo un demonio de las alturas se convirtió en parte de una procesión religiosa? La investigadora Mirta Costales esgrime la siguiente respuesta: “El sacha runa va por todo el trayecto de arriba a abajo. ¿Qué es el sacha runa?, es nuestro supac andino, nuestro diablo andino”. Estos personajes “…entran a saludar al Niño porque les tocaba, era su fiesta, la fiesta del solsticio de diciembre, la de la chacana, la de la cruz andina, que coincidió en diciembre. Y para buena suerte de los curas viene Navidad, tres días después del solsticio. Entonces, se suman las cosas, se sobreponen unas a otras y se da el mestizaje de la fiesta”.
De manera que hay dos elementos relevantes; el primero: se trata de un personaje que ha sido conocido desde antes de la llegada de los incas al actual Ecuador cuya función ha sido defender el equilibrio natural de los depredadores. Luego, en segundo lugar, se integró a la fiesta religiosa por la superposición de la religión católica sobre el sistema de creencias andino.

Sin embargo, esos rasgos esenciales se han perdido en el tráfago del tiempo y la aculturación y ahora es un personaje que pone algo de orden en el desarrollo de la fiesta.
Es relevante que en el pasado el traje del sacha runa se hacía con musgo pero por recientes disposiciones oficiales del Ministerio de Ambiente de Ecuador no se puede usar más ese vegetal. Poco a poco se usa trajes militares, a los que se les adecua la careta y la peluca de fibra de cabuya (Agave americana). Pero, sin la fibra vegetal que cubra el cuerpo del danzante este protagonista de la mitología andina está destinado a desaparecer. O a cambiar definitivamente.
Además, porque quienes documentan la evolución de la fiesta y sus personajes (y que generalmente no se enteran que lo están haciendo), los medios de comunicación, toman la explicación más llana, más rápida o más cómoda para describir al sacha runa, porque ciertamente tiene algún nivel de complejidad describirlo.
Alfonso Chávez, profesor de danzas, de las autóctonas sobre todo, asegura que el sacha runa “No habla, pero hace sonidos graciosos y en los pases del Niño se dedica a bromear con la gente que mira las comparsas desde las aceras. El personaje apareció en los pases del Niño para representar la creencia indígena que lo relaciona con la protección a la naturaleza, la sabiduría y lo sagrado”.

Aparentemente este demonio, este supac, ha tomado una posición en el Pase de Niño contradictoria con su naturaleza.
La misma comisión municipal de la que se habló antes anota: “Es el protector del Niño y se encarga de ahuyentar a los malos espíritus. La tradición dicta que sean los varones de cada familia los que deben usar este traje, compuesto por ropa con aspecto envejecido y bordada de musgo, una peluca grande tejida con cabuya, guantes de algodón y un látigo o también llamado foete (sic), hecho de cuero de vaca y se denomina cabresto, lo utiliza para ahuyentar a la gente y lo golpea en el piso para asustar, el foete (sic) es un símbolo de mando”.
Un demonio nacido de las creencias autóctonas andinas convertido en el guardián de un Niño de la religión católica. Este es un ejemplo de la superposición de formas de expresar la religiosidad popular
El informe municipal abunda en detalles: “Su careta es de color verde, representa la selva amazónica, con sus ojos desorbitados, nariz grande y arrugada; y, su boca representa la ira cuando se acercan a la imagen del Niño Jesús; se adhiere a la careta fibras de cabuya como una cabellera larga. Antes de colocarse la careta, debe ponerse un pañuelo de tela en la cabeza, cubriéndola hasta el cuello. La mayoría de sacha runas utilizan botas de caucho para que puedan cubrir su traje desgarrado de militar, e incluso utilizan zapatos de charol para verse más elegantes. Actualmente por la prohibición de utilizar musgo natural, el traje se adecua usando uniformes militares, cubriéndolos con cabuya o retazos de otras telas.
“Históricamente se han encontrado relatos de la aparición de este personaje a partir del siglo XIX, como un enmascarado que acompaña a los diablos, usando su látigo para que los espectadores se retiren. El Sacha Runa baila el ritmo de la expresión indígena “achachay”, suele realizar trotes y saltos, asustando a las personas; no puede hablar y emite solamente el grito ¡yu-yu!”.
Vale decir que la época en la que apareció el personaje se refiere a las fiestas populares, porque existe desde la historia más antigua de la cultura andina.
Mientras los danzantes, payasos, diablos y curiquingues se mueven con parsimonia por las calles de Riobamba, el sacha runa corre con arrebato de un lago para el otro, de pronto se mira en un espejo y se alegra de ¿su fealdad?, luego salta, da trampolines, se sienta: es impredecible.
Es un demonio que porta una parte importante de la tradición más antigua, que se ha integrado a una fiesta religiosa que se destaca como una de las más importantes del Ecuador. Y que pone de relieve la diversidad nacional, difícil de entender y fascinante de vivir.

El particular «baile» del sacha runa está aquí.

El sumo sacerdote andino

Cualquier celebración que se realizaba hace siglos en la cultura andina estaba presidida por los danzantes. Aún ahora sucede que no hay fiesta popular si no hay danzantes.
Se los considera sumo sacerdotes; son chamanes y en quichua se les puede llamar yachay. Es el ser que tiene la capacidad para establecer un contacto con lo espiritual, lo divino, lo sobrenatural, es la cabeza del ritual.
Como tal, la base de su vestimenta es blanca y baila, normalmente, un ritmo andino también llamado danzante.
En la investigación que realizó el Municipio de Riobamba para declarar al Pase del Niño Rey de Reyes como patrimonio local intangible, se dice que hay dos categorías de danzantes: uno que es un bailarín como otros tantos personajes de la fiesta popular; y, otros quienes son los herederos de los “tshucs”, tema del que nos ocuparemos un poco más abajo.

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El danzante con sus resplandores. Al fondo, la iglesia de la Loma de Quito.

Antes, es necesario decir que la provincia de Chimborazo es la de mayor población indígena del Ecuador. Históricamente, los indígenas fueron acorralados por los españoles en los reductos más apartados de las zonas rurales. Las urbes estaban reservadas para los conquistadores y los criollos que había usurpado algo de aristocracia.
Pero, con tanta población, que aún ahora cuida bastante su cultura, la vida diaria de Riobamba, capital de la provincia, siempre ha tenido un matiz agrario, una fuerte relación con lo indígena y, de hecho, los mestizos de la ciudad han debido ceder espacios, unas veces más y otras veces menos.
ASC9El Pase del Niño Rey de Reyes es una expresión de la religiosidad popular en la que se puede constatar la influencia de la cultura andina y la preeminencia que ha logrado sobre otras expresiones de la religión católica (no hay que olvidar que esta fiesta es en origen una procesión, en la que el Niño Dios sale en andas a propósito de conmemorar la visita de los reyes magos, según la historia católica).
Pero bien, el informe municipal anota que todavía ahora “Subsisten dos clases o categorías de danzantes: el común o simple bailarín, artista en movimiento; y, los guías, naupadores, capeadores o chasques, profesionales de la danza, última supervivencia de los Tshucs, quienes dirigen paso a paso el ceremonial”.

Para mayor explicación anota que “El danzante… (es el) heredero de las glorias del ‘tushuc’ o hacedor de lluvia, es un personaje masculino de origen prehispánico, que rinde culto a los dioses Sol y Luna. Simboliza el sincretismo de la religión católica con las tradiciones indígenas de la zona, ya que con la llegada de la colonia española los conquistadores se basaron en este ritual para poderse ganar a los indígenas, permitiéndoles continuar con él, pero adaptándolo al catolicismo; es así que este personaje está presente en el Corpus Cristi y en los “Pases del Niño”, los danzantes de Yaruquíes, Colta y Punín, son considerados los más lujosos por su singular baile y vestimenta”.
El profesor de danza e investigador Alfonso Chávez explica que este personaje es común en todas las fiestas andinas y que, si acaso, varía el paso de baile que realice dependiente de su lugar de origen.

Define el gran tocado que lleva en la cabeza como algo similar a una capilla, que el danzante adorna con los objetos que considera sagrados, pero que están dominados siempre por el sol y por los espejos que, en definitiva, son objetos que atrapan los rayos del dios y los diseminan luego.
Es el traje que tiene mayor riqueza de trabajo artesanal y eventualmente usa una máscara de malla de alambre, ya que la anterior, de una sola pieza de madera, les lastimaba la cara. También se destaca el fino bordado con hilo de oro de ciertas partes de su vestimenta,
Chávez anota que “En los personajes se tiene que considerar los cuatro elementos esenciales para la vida: aire, fuego, tierra y agua. Por eso el danzante baila con una verdadera sincronización, cada paso tiene un significado”.
El informe del cabildo riobambeño agrega que “Su danza representa el movimiento de traslación y rotación de la tierra, además de imitar los movimientos de la serpiente que, para la cosmovisión andina representa la sabiduría”.

Mirta Costales, investigadora apasionada, da esta descripción histórica: “Nosotros (los andinos) tenemos cuatro fiestas importantes: dos equinoccios y dos solsticios. Nuestro último solsticio es el de diciembre que coincidencialmente cayó en Navidad. No es que el cortejo del Pase del Niño se dio porque tenían que acompañar al Niño, sino que al imponérsenos la religión católica nuestros grandes personajes de la antigüedad tenían que ir a saludar a su nuevo dios. Entonces, ¿quiénes encabezan el Pase del Niño?, son los danzantes; ¿qué son los danzantes?, sumos sacerdotes antiguos del sol y de la luna”.
Los sacerdotes de la antigua cultura andina tenían una relación muy profunda con la naturaleza, tanto que saben que la madre tierra está embarazada. Por eso, cuando bailan nunca golpearán los pies contra el suelo, sino que los moverán con parsimonia, en silencio: todo sumo sacerdote es, además, un guardián.
ASC3Este ejercicio es mayor si se toma en cuenta que el traje puede pesar varias decenas de kilos, pero ni tanto peso les detiene para cumplir con el doble propósito: hacer una ofrenda al Divino Niño e impedir que muera la tradición de los sacerdotes de adorar, también, a sus dioses, el Sol y la Luna.

El danzante y su danza, siga este vínculo

Al auténtico diablo que no es diablo

En esta fiesta popular el diablo no es un personaje aterrador, encarnación del mal, portador de todas las desdichas. Es un protector del Divino Niño Dios y un personaje destacado de las fiestas para adorarlo.
En el Pase del Niño Rey de Reyes una gran cantidad de fieles optan por disfrazarse de diablo sonajero, un poco por el traje que luce, otro tanto por la gracia del baile y también por el sabor extraño que provoca asumir la personalidad de un personaje que impacta.
El hecho esta procesión religiosa, mezclada con fiesta popular – lo que algunos llaman la expresión de la religiosidad popular- es en la única del Ecuador en donde aparece este personaje.
Pero, ¿qué hace el diablo, la encarnación del mal, adorando a Dios niño que, en buenas cuentas, es su enemigo mortal? La investigadora Karina Brito tiene en sus apuntes lo siguiente: “Si lo ves desde el punto de vista español y mestizo sí hay contradicción, pero en cambio en nuestras fiestas dentro de la cosmovisión andina no hay esta contradicción porque nuestro diablo es el que está más pegado a los fenómenos naturales, que afectan a la cosecha, que matan a los animales, que la erupción, que el rayo, que el temblor, que la helada, que el río que se desbordó. Es visto más que como un personaje maligno, una deidad a la que hay que respetar para que no pasen estas cosas”.

 

 

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Diablo sonajero con sus movimientos particulares

El informe preparado por la comisión ciudadana que sirvió de base para la declaratoria, por parte del Gobierno Autónomo Descentralizado, de patrimonio cultural inmaterial, anota lo siguiente: “Durante la Conquista Española en el siglo XVI, el diablo se dio a aparecerse a las multitudes de indígenas en la forma del Inca Atahualpa, dando las órdenes de resistencia contra los blancos, en general, y contra las predicaciones de los Misioneros, ilusionándoles con promesas de bellos y prontos sucesos.

 

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Los particitantes deben bailar siete años seguidos para conseguir los favores

“Es así que el personaje del diablo surge como una expresión de rebeldía, puesto que con la llegada de los españoles se impuso la imagen de Dios como la representación del bien; fue así que la servidumbre empezó a disfrazarse de diablo como una manera de identificarse con este personaje malévolo; a través de estos bailes se generó una manera de celebrar y al mismo tiempo protestar por la represión de la que eran objeto. Desde 1800 se ha visto indígenas vestidos de diablos, en procesiones y bailes, acompañados de Sacha Runas”.
Eso se refleja en los simbolismos como la forma de la careta: “El diablo es mestizo, es español. Por eso tú vez la máscara, la nariz es muy perfilada, muy aguileña, no es como nuestra nariz ancha, tiene bigotes, nuestros indígenas no pueden tener bigote y el cacho (cuerno) es español”.
Este personaje de rostro rojo es llamado de varias maneras: diablos de lata de Santa Rosa, en razón del barrio riobambeño en el que se supone que se originó; diablos de Yaruquíes, para hacer referencia a un pequeño pueblo, muy cercano de Riobamba, donde se elaboran las máscaras de lata; diablos de máscara de lata, simplemente; o, diablos sonajeros, para nombrar un rudimentario instrumento musical que lleva en su mano derecha y que hace sonar al ritmo de la música que baila, una sonaja (su sonido particular se puede escuchar aquí).

Entre los participantes en el Pase del Niño, el diablo sonajero y el payaso son los personajes mestizos, que hacen un contrapeso a los indígenas: danzante, sacha runa y ciriquingue, y que son un resumen de la diversidad cultural y la abundancia de la identidad local y nacional.Diario El Telégrafo publicó en enero de 2017 un artículo sobre un encuentro de personajes relacionados con el diablo en las fiestas populares del Ecuador. Participó Víctor Herrara, como representante de los diablos sonajeros y abundó en la entrevista que “Los curiquingues y los sacha runas son personajes sagrados para la cosmovisión andina, se incluyeron como una representación de las creencias de la cultura indígena en un sincretismo colorido”, y el diablo pesa como elemento de la parte mestiza. También declaró que: «Representar al diablo aviva mis raíces y el recuerdo de mis padres”.
Por otro lado, en lo que se refiere al baile, la investigadora y profesora de danza Mirta Costales asegura que “El payaso y el diablo bailan con el ritmo del bombo”, en contraposición de los personajes andinos que lo hacen al ritmo de la música.
El baile tradicional del diablo es notable y no tiene relación con los pasos con los que se desplazan los otros personajes, tres toques de cada pie mientras gira la cintura en círculo, con una elegancia llamativa.

Si bien ya se ha mencionado la relevancia de la máscara de lata, vale también decir descubrir algo de su indumentaria, mención producto de las investigaciones de la Dirección de Turismo del municipio de Riobamba: “Utiliza una camisa blanca, con una elegante chaqueta de color azul y rojo haciendo alusión a los colores de Riobamba (los colores de la bandera de la ciudad), una máscara de hojalata pintada de rojo, cuyo conocimiento artesanal de confección se ha transmitido generacionalmente, detallando el rostro de un diablo. Lleva una trenza de cabuya y una sonaja que entona al compás de su baile, razón por la cual se lo conoce también con el nombre de diablo sonajero. Denota su elegancia con zapatos de charol, guantes blancos de algodón y pantalón de casimir; en la cintura cuelgan pañuelos de seda de colores. En el caso de que las mujeres deseen portar esta indumentaria, deben usar una blusa blanca, licra color negro o azul, zapatos de cuero negros o de charol, guantes blancos, chaqueta bien presentada de color azul y rojo, un par de pañuelos para el pantalón, y para la cabeza” (en el siguiente video se notará el donaire del diablo).

Otro elemento que le diferencia de los otros personajes es que con él se hace ostensible, sobre todo, la práctica de las mandas. Se refiere esta palabra a los votos o promesas que hacen las personas a Dios o a alguna imagen sagrada.
Quien se viste de diablo pide un favor al Divino Niño: salud, bienestar, futuro auspicioso; o asuntos tan prácticos como terminar la universidad o lograr un ascenso. La manda se puede cumplir enseguida, pero de todas maneras quien la ha pedido debe bailar siete años seguidos.
Cuando ha cumplido su promesa, en el séptimo año, bailará el Pase del Niño llevando un farol colgado de un palo. En el pasado, dentro del farol, que se elabora con una sencilla estructura de caña y papel celofán, iba una paloma, a la cual se dejaba huir cuando hubiera terminado de cumplir su compromiso (las nuevas regulaciones oficiales sobre protección de animales ha obligado a dejar de lado esta costumbre).
Al final, vale decir que el diablo es un personaje con una gran contradicción interna o también es posible afirmar que es una paradoja, a lo mejor debe dejarse solamente en la dualidad de la personalidad. Siendo como es una representación antigua, que solo aparece en las fiestas dentro de la geografía no es completamente aventurado concluir que es una digna imagen de los chimboracenses. Y sí, es un diablo que no es malo, que no es diablo.

Puedes ver al diablo sonajero en su medio aquí.

El ave sagrada que le baila al sol

La memoria popular ya comienza a olvidar que el curiquingue fue adorado como un ave sagrada, ya no es fácil verles remontar los Andes y poco a poco queda solamente como un personaje de las fiestas populares.
Es, sin duda, un protagonista de muchas de las celebraciones ecuatorianas y se destaca en el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba, una de las tres fiestas populares más importantes del país.
El 6 de enero de 2017 amaneció con una garúa que no se convirtió en papacara. Gotas mínimas y persistentes que no eran una amenaza general, más sí para las alas de los trajes de curiquingues elaborados con papel crespón (algunas veces dicho crepé), que hubieran perdido la gracia si se mojaban.
ASC12Más o menos al medio día, cuando el sol finalmente tomó posesión del cénit, aparecieron aleteando con cadencia, movían los pies como no queriendo alzar el polvo y bajaban el pico dispuestos a hacerse de su alimento. Con los curiquingues, la fiesta estuvo completa.
Son diferentes las circunstancias en las que aparece en las expresiones de la cultura andina, no hay un modelo de traje (como si lo tiene, por ejemplo, el diablo) y tampoco hay un baile exclusivo con el que representar a esta ave. Las características en el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba son diversas y notables.

Sobre el ave, vale decir que “El curiquingue, cuyo nombre en quichua significa pintado de oro, era el ave sagrada de los aborígenes de esta parte de América (…) se halla frecuentemente en las dehesas, casi siempre acompañado de la hembra (…)tiene la cabeza sin plumas como otras aves rapaces. (Tobar Guarderas, 1907: 140)”, según menciona Oswaldo Encalada en la obra “Mitología Ecuatoriana”, publicada por en la Biblioteca General de Cultura, de la Corporación Editora Nacional
(2010).
En la investigación que lideró la Dirección de Turismo del Gobierno Autónomo Descentralizado de Riobamba, sobre la cual se sustentó la declaratoria del Pase del Niño como patrimonio local inmaterial, se descubrió que “El curiquingue es un ave sagrada de la mitología de los cañaris, de la cual decían procede su raza; en consecuencia, es muy probable que su danza sea, en el fondo, un acto de culto a la deidad progenitora del linaje de los cañaris. El baile personifica la dramática lucha entre esta ave mítica y el ushcu gallinazo” (ushcu se llama a las aves fabulosas que raptan).
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural hace la siguiente descripción: “La longitud es de 51 a 56 cm. El aspecto de los adultos es similar al del caracara andino (Phalcoboenus megalopterus). Se diferencia en que el que tratamos aquí tiene el pecho y vientre blanco con conchas bien definidas color gris oscuro o negras. El plumaje de los jóvenes de esta especie son color castaño, el pico lo tienen oscuro y las patas son color hueso”.
ASC14El personaje, que aletea en varias fiestas como la Mama Negra, el Corpus Cristi y el Pase del Niño Rey de Reyes de Riobamba, tiene un escaso parecido con el ave a la que representa. De hecho, se esperaría que sea un reflejo del plumaje negro del curiquingue y así ha sido tradicionalmente, pero últimamente, con la finalidad de dar más colorido a la fiesta, se elaboran los trajes con muchos colores.
Alfonso Chávez, profesor de danza, menciona, sin embargo, que lleva un riguroso traje blanco y que el curiquingue blanco generalmente es el principal de un grupo, y agrega que “En bailes y rituales de otros sectores del país –como en el caso de Riobamba– el curiquingue luce un vistoso traje color celeste adornado con piedras y trozos de vidrio, igualmente de muchos colores”. Mirta Costales, quien desciende de una familia de reconocidos investigadores de la historia y la cultura locales –ella también lo es- más bien piensa que el traje debe ser negro y con adornos dorados.
Pero bien, a la abundancia o escasez de colores se suman adornos, que pueden ser muchos de acuerdo al gusto de quien fabrique el traje o, en su defecto, de acuerdo a las opciones disponibles en la tienda de alquiler de trajes.
Ya en la procesión, actúa con movimientos suaves, como todos los personajes que han permanecido desde épocas precoloniales. Habrá dos tipos de movimientos que realizará en la danza: el uno parecido al vuelo del ave y el otro que es la manera como busca comida y se alimenta.

En el ya mencionado informe del municipio de Riobamba se pone énfasis en que “Representa al ave andina sagrada que honraba al dios sol con sus movimientos en círculos; se viste de blanco, con enormes alas de colores, un mandil frontal donde se exponen imágenes del niño o los nombres de los priostes y una especie de bonete alto, elaborado de cartón, que termina en un pico pequeño”. Las alas están cocidas a una especie de capa, se sostienen en una estructura de metal con manijas, en las que se introducen las manos para sostenerlas. Se cubre con tela o con papel y se adorna mucho. La parte superior es un cono de una sola pieza que es una careta que cubre el rostro, un capirote (o cucurucho) sobre la cabeza y en la punta se adhiere una talla en madera que se asemeja a la cabeza de un pájaro. Con esta armazón el personaje mide más de dos metros de alto, eventualmente abraza a los espectadores de la peregrinación y les toca con el pico de su capirote.
El curiquingue, el ave sagrada de los incas, llegó a esta fiesta por la superposición de la iglesia católica sobre una de las festividades fundamentales de la cosmovisión andina, que es el solsticio de diciembre. Ahora, la procesión religiosa en honor del Divino Niño se amalgamó con la fiesta popular andina, que es el escenario en donde el curiquingue danza, rasca, picotea y aletea con tanta fruición.

No te pierdas el video sobre el curiquingue